jueves, 7 de julio de 2016

Lo sin bragas



Si se miraba en el espejo no se encontraba tan desagradable, si acariciaba su pecho no lo notaba tan grotesco e invariablemente si se paraba de puntillas las nalgas se le veían extraordinarias. No temía a lo que veía, en cambio lloraba mucho lo que su madre podría decirle, no estaba para soportar que alguien la criticara más de lo que ella misma se hería. Ella sabía que no había engordado tanto, el pantalón le entraba sin apuros pero era el maldito sujetador el que no quería ajustar por más intentos que hizo, ese maldito artificio infernal no apuraba a someter sus flojas tetas.
-¿Para qué quiero tetas tan grandes si no hay nadie que las chupe?- se las acomodó como pudo y se dio la vuelta al ordenador.
Pintaba un azul fuera de la ventana, en pocos minutos saldría el sol y se le habría hecho tarde una vez más para el colegio. De pronto una ventanilla se asoma de la esquina derecha de la pantalla. Es Karen preguntando a Lo sí acabó la tarea.
Lo mira con detenimiento el mensaje y un vacío se hace presente en su estómago, no sabe si tiene hambre, ganas de cagar o son las ansias matutinas por irse rápido de casa, le contesta a su amiga un “valeverga” y un emoticon de changuito tapándose la boca. Se echa para atrás, se queda sentada flojamente en la silla frente a la computadora y suspira. Cómo detesta ser así.
-¿Qué vamos hacer hoy?- se pregunta entre dientes.
 Apaga la pantalla y esta juega el papel de un espejo oscuro para Lo. Ella se mira, acomoda su flequillo e imagina a Krysten Ritter inyectándose heroína, se ríe de su propia referencia y piensa que eso es más Uma Thurman en Pulp Fiction. No entiende porque le encanta verse como ellas en sus respectivos personajes pero igualmente le excitan. Algo empieza a arder en su entrepierna, cada pensamiento entre parecerse a esas mujeres y tener sus labios en los suyos la transforma gradualmente en otro ser, se va acariciando lentamente y se detiene en la aureola del pecho izquierdo, lo toca y le escupe un poco. No entiende qué tienen los vídeos porno que hacen creer a la gente que acariciarse el pezón sola excita, al menos a ella no le pasaba, prefería coger un bicho de la lengua del gato cuando le lamía las tetas que tocarse sola. Se mira en la pantalla que ahora es su espejo, poco a poco se le descompone la cara y va apretujando el pezón, da un ligero chillido de dolor y se suelta.
-Qué asco, Lo- se reacomoda el flequillo y se ajusta el sostén de nuevo –Si no estuvieras tan urgida ya estaríamos más tranquilas. Mira que el gato ya no quiere dormir en el cuarto- Se levanta y termina de vestirse sin prisa, el malhumor se acumula y lo hace a propósito, quiere que todo le moleste, tiene ganas de patear a la vida en la cara y no enfrentarse al vacío, a las manos sudorosas, la taquicardia y los mareos. Coge la cajetilla que esconde en el fondo del armario, revisa una última vez su fleco antes de salir y entonces ve que tras ella asciende de su cama una nube negra que la abraza en un baile hipnótico, la nube le acaricia todo el cuerpo como seda china y perdigones, la hiere mientras la besa Lo se retuerce y las manos tristemente le empiezan a sudar y antes de que el primer rayo de sol entre por la ventana, la nube abre de piernas a Lo,se le mete por el sexo y ésta entre lágrimas y berridos sordos se queda con los ojos abiertos como platos, temblando de miedo, asomando la cabeza hacía la ventana. La nube ya no estaba y el día comenzó a clarear.

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